Han pasado diez años desde la aparición del primer lector de e-books, y aunque el libro impreso sigue gozando de excelente salud, el electrónico ha encontrado su espacio como complemento.
Según la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales de España de 2014-2015, publicada el pasado mes de septiembre, 59.9% de los españoles prefiere un libro impreso, mientras que 17.7% lee en formato digital, cifra que ha aumentado, ya que apenas hace cinco años solo lo hacía el 6.5%.
Si bien las empresas comercializadoras de e-books compiten por ofrecer los catálogos más amplios de publicaciones en ese formato, se enfrentan a diversos “rivales digitales”, como los juegos y las redes sociales.
Punto aparte es la cuestión del precio de los libros electrónicos. En una sentencia de marzo de 2015, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea obligó a Francia y a Luxemburgo a retirar el IVA reducido a los e-books al considerarlos un servicio y no un bien. En la actualidad, según Bruselas, el fraude transfronterizo es la razón de una pérdida de ingresos del IVA de alrededor de 50 000 millones de euros anuales en la UE, por lo que en el Plan de Acción presentado por la Comisión Europea está reformar el actual sistema de aplicación de este impuesto, con el que se espera recuperar 80% del dinero que no se recauda, es decir, 40 000 millones al año.
La propuesta de Bruselas supuso el primer paso para establecer normas definitivas para un sistema de IVA único europeo. Con base en estas reglas, las transacciones transfronterizas seguirían sujetas a los tipos de los Estados miembros de destino, como en la actualidad, pero la forma en que los impuestos se recaudan iría cambiando progresivamente hacia un sistema “más impermeable al fraude”.
Una de las disputas más recientes de los países con Bruselas por la aplicación del impuesto tiene que ver con los e-books. Recientemente, Francia y Luxemburgo solicitaron extender el IVA reducido de los libros en papel a los libros electrónicos, algo que desestimaron los tribunales europeos. La fórmula tributaria que impera en los países del continente americano y en Asia es la de igualar el gravamen del e-book al del libro impreso, ya que se considera como una condición fundamental para el impulso del formato digital.
El Plan de Acción de la Comisión Europea apunta que el organismo emitirá una propuesta legislativa a finales de este año para asegurar que las publicaciones electrónicas puedan beneficiarse de las mismas tarifas reducidas que las publicaciones físicas. Si esta nueva fiscalidad se implementa finalmente en el e-book, y no vuelve a ser un globo sonda o fuegos de artificio, volverán las tasas de crecimiento de un producto que algunos quieren matar antes de que crezca.
Rafael González Bautista
@rafauskiv
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