Como sucede en la mayoría de las actividades comerciales, las librerías, clubes de lectores y otras organizaciones que cubren las necesidades del consumidor, se mueven en un medio marcado por temporadas, las cuales tienen impacto directo en los patrones de compra del público. El periodo previo a fin de año es, para la mayoría de las tiendas minoristas, la época más activa, al punto de que, en algunos casos, representa dos tercios de sus ingresos anuales. Otra temporada que también representa un aumento en las ventas es la víspera del inicio del ciclo escolar, fechado en México a mediados o finales del mes de agosto.
En este sentido, la industria editorial no es la excepción. Las librerías buscan de forma permanente la manera de incidir libros en las diferentes fechas promocionales que van surgiendo rumbo al final del año, para aumentar sus ventas haciendo uso de diferentes estrategias de comercialización.
Si las editoriales quieren que sus estrategias de venta alcancen su máximo potencial, es necesario trabajar en función del ciclo minorista. Lo cual significa distribuir con suficiente anticipación para lograr que la aparición de un libro coincida con las necesidades del mercado.
¿Cómo llenar esta necesidad? Con planeación. Las editoriales deben saber cuántos libros y cuáles pueden publicarse en cada temporada, coincidiendo principalmente con los dos ciclos de venta minorista de textos: otoño-invierno y primavera-verano.
El año 2016 ha comenzado su recta final y con él llegarán las campañas publicitarias de las distintas empresas editoriales que, ante el desarrollo de las nuevas tecnologías, enfrentan el reto de llamar la atención de los lectores promoviendo la compra y lectura de títulos nuevos y recurrentes.
¿Cómo cerrarán los números en nuestro país? ¿Habrán servido las campañas en pro de la lectura, como la del Consejo de la Comunicación? Esperemos, pues, a ver los resultados.
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