Varios países europeos en los últimos años han ido derogando la ley que establecía que el precio de los libros debía ser constante. El caso del Reino Unido ha sido paradigmático, ya que en el pasado fue uno de los mayores defensores de este instrumento pensado, supuestamente, para la defensa del pequeño librero o para favorecer una competencia regulada. Según los primeros datos recogidos, parece que al abandonar esta ley se está dinamizando el sector y los niveles de ventas mejoran.
En el último lustro, tanto en España como en Francia han surgido voces, cada vez más insistentes, que solicitan la abolición de la ley del precio fijo. Defensores y detractores esgrimen argumentos, en pro y en contra, que en algunos casos son los mismos, lo cual muestra claramente que pocos se han detenido a revisar y medir el impacto de eliminar el actual marco legislativo o siquiera a realizar simulaciones.
Para complicar aún más este escenario, el e-book va tomando más fuerza y empieza a representar, señaladamente en editoriales pequeñas y medianas, un importante porcentaje de sus beneficios. ¿En qué afecta el e-book a la ley del precio fijo? Pues en que establece un ejemplo rupturista digno de mención. En primer lugar, en Europa, según la ley de precio fijo, el e-book se considera como libro y está sujeto a su normativa, pero para la legislación fiscal es un servicio o una licencia de software, por lo que se plantea un escenario que crea grandes dificultades para que ese mercado siga creciendo. En segundo lugar, la abundancia de canales y de países donde el e-book puede venderse hace muy difícil, si no imposible, empatarlo con la política proteccionista que la ley del precio fijo representa.
En Latinoamérica, el debate es completamente distinto. En pocos países se aplica la ley de precio fijo y en todavía menos existen los mecanismos técnicos y legales para detectar y castigar a los infractores. En México, por ejemplo, esta ley (tiene carácter de ley y no de acuerdo comercial como ocurre en otros lados) se aplica a los libros en los primeros 18 meses desde su publicación. El principal problema es que siempre hay importantes discrepancias entre la redacción de las leyes y su ejecución. El precio fijo tiene su origen en 2008, cuando se aprobó la Ley para el Fomento de la Lectura y el Libro que incluye la política de precio único del libro en el capítulo V: “De la disponibilidad y acceso equitativo al libro”, pero excluye de su cumplimiento a las bibliotecas y al Estado. Pese a las suspicacias que se produjeron en primera instancia, que indujo incluso a la Suprema Corte de Justicia de la Nación a pronunciarse, en 2011, para avalar la constitucionalidad, aunque por un estrecho margen, de la citada ley, y fue aceptada de buen grado por casi todos los agentes de la cadena de valor del libro en México.
En general, la ley de precio fijo se considera necesaria para crear una industria del libro sustentable y equitativa, en la que las pequeñas librerías puedan competir con grandes cadenas de manera igualitaria. Los defensores de esta regulación afirman, además, que favorece a los lectores, ya que les permite comprar libros en un mayor número de puntos de venta. Los detractores aducen que la autorregulación y el mercado libre mejoran el funcionamiento de la industria y muestran datos de países donde no existió o ha desaparecido la citada ley, donde se observa que el mercado de libros no solo no se ha visto mermado, sino que ha conseguido mantenerse más saludable regulado por la oferta y la demanda.
Dependiendo del país, la fortaleza de su industria editorial, la cultura de mercado libre, la injerencia del Estado en las políticas culturales, etc., será aconsejable o no recurrir a un instrumento como este. Por mi espíritu liberal, pienso que este tipo de regulación y proteccionismo no es bueno, pero he visto como, por ejemplo en España, ayudó a fortalecer una industria que hace 40 años era anecdótica y actualmente es una de las más potentes a escala mundial.
Hay muchas posturas y vertientes distintas que merecerían un análisis más pormenorizado, por lo que invito a los lectores a enriquecer este post con sus comentarios y valoraciones. ¿Qué piensan de la ley de precio fijo? ¿Son buenas y necesarias las políticas proteccionistas en el mundo del libro y la cultura?
Rafael González Bautista
@rafauskiv
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